• La fiesta católica celebrada en Petorquita con origen indígena

    Diferentes celebraciones tienen lugar el 16 de julio a lo largo de nuestro país, todas para rendir homenaje a la Virgen del Carmen. Así mismo sucede en localidad de Petorquita, comuna de Hijuelas, donde desde hace más de 200 años se llevan a cabo celebraciones.

    En 1820, el cacique Germán Marillanca heredó la imagen de la virgen de un latifundista español. En los años posteriores hasta la actualidad, sería la familia del jerarca indígena la que organizaría la festividad.

    Son cerca de 15 mil personas las que asisten todos los años para ser espectadores y partícipes de la gran fiesta. Más de 16 grupos de bailes de toda la Región de Valparaíso rinden tributo a la figura católica, sacándola en procesión por el pueblo. Todo esto acompañado de cantos a lo divino, una gran misa y la realización de una feria ambulante en el lugar.

    Y aunque si bien la celebración se basa en la religiosidad católica, lo cierto es que la iglesia no tiene nada que ver en los asuntos organizativos, ya que es la familia Marillanca quien tiene la tutela total.

    Descendientes directos de aquel antiguo cacique, hoy la festividad esta completamente arraigada en la identidad regional de Valparaíso. Son las comunidades las que le dan la importancia necesaria y mantienen viva la llama de la tradición.

    Desde los comienzos, son las mismos habitantes de Petorquita, La Calera, Hijuelas, San Felipe y Pachacamita, por nombrar algunas de las tantas localidades que participan, quienes han hecho de esta instancia un masivo festejo.

    En los años recientes la festividad ha tomado un rumbo para todos los públicos, ya que cerca de 500 comerciantes llegan a los alrededores, armando así una gran "feria de las pulgas", con venta de alimentos típicos como el sánguche de "potito" y la presencia de oficios tradicionales, entre ellos el chinchinero y el organillero.

    "Siempre ha sido masiva y de la comunidad la fiesta. Ellos han estado cercanos ayudando desde que yo era pequeño y antes. Hace 50 años, era mi tío abuelo el que organizaba todo, con personas cercanas armaban una fiesta grande igual a esta; incluso en ese tiempo se le daba atención a los danzantes, hablamos de desayuno, almuerzo y once, lo que a través del tiempo se fue eliminando, porque era demasiada la organización necesaria, además de que la autoridad fue restringiendo los horarios cada vez más", comenta Fabián Marillanca, parte de la décimosegunda generación descendiente del cacique indígena y quien junto a sus hijos hoy se hace cargo de la organización.

    Bien registrado lo tiene Fabián, pues tal como relataba, la masividad de la fiesta toma curso desde al menos 50 años. En la prensa de la época se registra la festividad en artículos relacionados al "Chile desconocido", donde relatan que una gran afluencia de público y hermandades de baile. Asimismo, la comparaban con la festividad nortina de La Tirana, donde destacaban que, a pesar de no tener su variedad coreográfica, la superaba en pureza folclórica.

    historia

    Su origen es variado entre la comunidad; si le preguntas a los creyentes, te dirán que fue un indígena el que encontró la figura católica flotando en el río Aconcagua, y desde ese suceso se le rinde un gran culto. Pero lo cierto es que fue el marqués de Azúa, latifundista español dueño de todo el Valle de Purutún, el que trajo esa imagen y se la regaló a sus criados indios, entre los que estaba el cacique Germán Marillanca.

    Y serían ellos quienes comenzarían con la procesión y los bailes en una capilla construida por el ibérico en sus tierras. Aunque tras un cambio en la vestimenta que ocupaban, serían desterrados hacia el actual sector de Petorquita, a finales del siglo XVIII.

    "Los españoles trajeron esta imagen y se la pasaron a los indígenas. El cacique Marillanca, que era de esta zona, quedó a cargo de esta imagen. De ahí se fue traspasando de generación en generación, hasta el día de hoy", asegura Fabián Marillanca.

    Fue en 1820 cuando se comenzó a heredar la imagen y desde ahí partió también la masificación de la festividad. Además, la oficialización de los diferentes bailes, que comenzaron a organizarse en congregaciones y hermandades, llegando al punto de tener más de 18 bailes durante el presente año, entre morenos, diabladas, gitanos y chinos, quienes son los encargados de sacar a la virgen en procesión. J